top of page
Search

La división es la madre del fracaso

  • Writer: Inty Grønneberg
    Inty Grønneberg
  • Oct 23
  • 2 min read

De niño escuché a mis abuelos contar que, durante la Segunda Guerra Mundial, hubo días en que comieron pan hecho de corteza de árbol para no morir de hambre. A ese extremo llegó una Europa rota por la división: no solo entre países, también entre vecinos y amigos. La grieta principal era ideológica, pero terminó cobrándose vidas muy cercanas.


Después, los sobrevivientes entendieron que ese abismo debía cerrarse. Pese al dolor, eligieron poner las reglas por encima del rencor y reconstruir. No se quedaron ahí: desmontaron barreras internas y entre países. De esa decisión nacieron los cimientos de lo que hoy conocemos como la Unión Europea. Construir toma años, a veces décadas; destruir toma un instante. Controlar los impulsos, tramitar las diferencias, también requiere tiempo. Por eso lo más fácil es dividirse y justificarlo con odio.


La división es la madre del fracaso—y más cuando un país enfrenta la mayor crisis de su historia.

ree

Por qué acepté ser Embajador de Ecuador en Suecia.

Acepté por coherencia con lo que he defendido siempre: estabilidad con resultados frente a una crisis histórica. El narcotráfico y la minería ilegal avanzan cuando el Estado y la sociedad se desgastan en peleas; la inestabilidad es su mejor aliada. Buenos Aires, en Imbabura, duele como recordatorio de cómo lo ilegal ocupa el territorio cuando dejamos vacíos.

Soy imbabureño, con raíces nórdicas. En mi casa aprendí que la estabilidad no es silencio: es reglas, instituciones y justicia. Desde esa identidad, decidí tender puentes con Suecia y con todo el ámbito nórdico para fortalecer lo que nos falta: instituciones que funcionen, cooperación útil y una economía real que compita con la ilegalidad a punta de mejores empleos y oportunidades.

Mi marco es socialdemócrata: Estado que protege y regula; mercado que innova y compite; derechos garantizados con datos. No es un dogma: es una forma práctica de ordenar el esfuerzo nacional. El Nobel de Economía de este año subrayó una verdad incómoda y necesaria: la innovación sostiene el progreso solo cuando existen instituciones capaces de encauzarla y una competencia que evite monopolios y extracciones de renta. Para el Ecuador, la lección es directa: sin instituciones, la innovación se concentra; sin innovación, las instituciones se estancan.

No ofrezco promesas grandilocuentes. Ofrezco trabajo serio: escuchar, construir acuerdos y sumar evidencia para decisiones públicas. Menos ruido y más instituciones. Acepté porque creo que, en medio de la tormenta, la diplomacia puede ser una palanca de estabilidad. Ningún país sale de una crisis histórica peleándose por consignas: se sale alineando Estado, sociedad y empresa en una misma dirección. Y el primer paso, el más difícil y urgente, es recordar lo obvio: la división es la madre del fracaso.

 
 
 

Comments


bottom of page