Luego de seis años de vivir en el exterior, he decidido regresar a mi país. Vuelvo con mi esposa y mi pequeña hija, quienes no habían pisado antes este lado del planeta, y lo hago porque de una u otra forma, nunca me fui. Mi país es donde mi madre luchó desde su trinchera ayudando a gente de escasos recursos en temas legales hasta su último día. Es donde aprendí a ser quien soy, en las calles del barrio 23 de junio de Cotocollao, caminando con mis amigos. Aquí recibí educación pública desde la escuela a la universidad. Es además donde comprendí la importancia de la ciencia y la técnica, aprendiendo desde las aulas del ilustre Central Técnico, donde tuve el orgullo de ser vicepresidente y presidente de su consejo estudiantil por dos años seguidos. En el colegio inclusive aprendí la necesidad de luchar, hasta en las calles, para defender los derechos de la educación pública.
También aquí me formé como un profesional, apoyado por una beca luego del deceso de mi madre, gracias a los programas de apoyo de la Escuela Politécnica del Ejército.
Es por esta tierra que, luego de casi diez años de trabajo en el sector industrial, decidí aplicar a una beca y cruzar el océano. Me fui con dolor, viendo como la empresa donde era gerente de manufactura empezaba a desaparecer fruto de malas políticas. Partí entonces dejando a un lado el confort para prepararme y entender que nos hacía falta, para poder conocer porque mientras otros países siguen avanzando, en nuestra nación pareciese que vivimos dándonos vueltas en círculos.
Luego de todo este tiempo, he llegado a la conclusión que nuestro problema no radica en su gente, sino más bien en su sistema. El ecuatoriano, en su inmensa mayoría y en dondequiera que se encuentre, es trabajador. No es entonces la falta de talento lo que nos aqueja, sino más bien falta de oportunidades. Lo que necesitamos son planes sólidos que permitan educación de calidad para todos y oportunidades de empleo pleno para la gente. Ese debe ser el centro del debate nacional, para que finalmente, dejemos de ser una fábrica de pobreza, trabajando juntos en crear un futuro de progreso inclusivo y sostenible. Aquí estoy de vuelta para aportar con mi granito de arena, en la patria en donde mi corazón siempre permaneció.
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